viernes, 24 de abril de 2015

Cómo iniciar tu huerto orgánico en el balcón



Decidirse a plantar un huertecito es un proyecto que llena de ilusión. Sin embargo, cuando se dispone de muy poco espacio (apenas un balcón y algún que otro alféizar) suele pensarse que es imposible llegar a cultivar vegetales porque, simplemente, se necesita de más sitio. 


Afortunadamente, no es así, y en este post vamos a hacer algunas sugerencias para que puedas empezar a cultivar de una manera fácil frutas y verduras en cualquier lugar.

De hecho, la horticultura urbana está ganando popularidad, y la razón no es otra que la gran oportunidad que n os brindan para plantar nuestras propias verduras y hierbas frescas en lugares reducidos, como un balcón o terraza. Eso sí, es fundamental que ese espacio tenga un mínimo de unas horas diarias de sol, un requisito esencial que, si lo cumplimos habremos dado uno de los pasos clave.

A partir de ahí, bastará con ilusión y dedicación para hacer realidad nuestro sueño: poder salir al balcón a cortar un poco de cebollino que añadir a la pizza o un tomate de ensalada o un limón para hacer una limonada mientras preparamos la cena. ¿No suena genial?

Tierra y abono

Antes de elegir el espacio o las macetas, es importante que tengamos claro si vamos a hacer compost, es decir, abono a partir de desechos orgánicos domésticos. Por lo tanto, si nos decidimos por hacer compost, habremos de conseguir una pila de compostaje o prepararla nosotros mismos acondicionando un contenedor que nos pueda servir y, una vez la tengamos, comenzamos con el compostaje, un proceso de transformación de la materia orgánica que nos proporcionará abono natural. Iremos añadiendo los restos de comida, especialmente veduras, y mientras vayamos obteniendo el abono podremos ir avanzando en otros aspectos.


Si no queremos hacer nuestro propio abono, entonces habremos de adquirir la tierra con el sustrato orgánico y el proceso, lógicamente, será más rápido, pero también menos sostenible y, por lo tanto, no tan ecológico como si hacemos nosotros mismos el compost. No olvidemos que además de alimentar a las plantas con restos orgánicos fermentados, es decir, del mismo modo que ocurre en la naturaleza, estamos reduciendo nuestra huella de carbono.

Elegir el espacio

Lógicamente, también hay que elegir el espacio que deseamos destinar a los cultivos. Con un metro cuadrado bastará para empezar, si bien cuando más espacio tengamos, mejor para así poder determinar dónde colocar uno u otro tipo de cultivos en función de la iluminación, pongamos por caso. De hecho, la luz es fundamental y de ella dependerá en gran medida el resultado que obtengamos. Estudiemos qué queremos plantar y qué tipo de luz necesita, si sol directo, luz difusa, cuántas horas hay de sol y de sombra…


Porque, además, hay que tener en cuenta que las plantas necesitan tanto el sol como la sombra. Por un lado, necesitan que les dé la luz directa para así poder crecer. Sin embargo, demasiado sol tampoco es bueno, pues las plantas necesitan precisan retener un mínimo de agua. En muchas ocasiones el sol quema sus hojas, por lo que si no podemos evitarlo, crear un tejadito para crear una zona de sombra va a ayudarnos a conseguir ese equilibrio tan necesario.

Como regla general, tengamos en cuenta que la hoja es de más rápido crecimiento que un árbol frutal o que frutos como tomates, guisantes o pepinos. Del mismo modo, si tenemos poca luminosidad, bien porque no llega el sol directo o porque queremos hacer un pequeño jardín vertical en interiores (es típico hacerlo en la cocina), las plantas aromáticas pueden ser idóneas.


Por lo tanto, no hemos de renunciar a un jardín vegetal si contamos con una iluminación mínima. Eso sí, hay que reconocer que si la luz es abundante y directa podremos hacer grandes planes, desde elegir entre una amplia variedad de cultivos, ya sean tomates, repollos, lechugas, brócoli, o incluso plantar pequeños árbolesfrutales.

Elegir las macetas

Una vez sepamos qué tipo de cultivo vamos a tener, siempre dependiendo de la luz, clima y preferencias personales, en función del espacio y de la decoración que deseemos, habrá llegado el momento de elegir los contenedores. Pueden ser desde macetas de todo tipo y tamaño hasta jardines verticales o incluso palets.


Los diseños y formas son muy distintos, por lo que simplemente habremos de dejarnos llevar por nuestros gustos, excepto si la planta precisa de un determinado tipo de contenedor, de una profundidad concreta o dimensiones por su tamaño o manera de crecer. En general, respetemos un mínimo de 15 ó 20 centímetros de altura y asegurémonos de que tiene un buen drenaje, priorizando los cajones y palets por ser materiales reciclados.

Empezar a sembrar y riego

Ya tenemos la tierra y abono, las macetas, el espacio que vamos a destinar a nuestro huerto orgánico y ahora toca conseguir semillas o plantones, en ambos casos orgánicos. Si no nos atrevemos a plantar semillas, empecemos con las plantas germinadas o hagámoslas germinar nosotros en semilleros, para finalmente hacer el trasplante al lugar definitivo.


Una vez plantadas las semillas, habremos de controlarlos y, si todo va bien, al cabo de tres meses tendremos una primera cosecha. Conforme vayamos recogiendo cosechas o haya que reponer las plantas de ciclo anual habremos de ir plantando nuevas semillas o plantitas, sin olvidar renovar también el sustrato.

El riego, por úlitmo, ha se adaptarse al clima y al tipo de planta, por lo que en este sentido será importante documentarnos mínimamente. Lo ideal sería recoger agua de lluvia y así poder regar las plantas de forma natural y sostenible. A la hora de regar, no mojemos las hojas para evitar el efecto lupa, pues quemará sus hojas, dejemos que caiga el agua en forma de fina lluvia o apliquemos un pequeño sistema de riego por goteo. No regar en las horas centrales del día.



Fuente: http://www.ecologiaverde.com/como-iniciar-tu-huerto-organico-en-el-balcon/#ixzz3YFb6vjAZ