martes, 3 de noviembre de 2015

Stevia, el edulcorante de los diabéticos


Al comprar stevia en los supermercados lo que estamos adquiriendo es un aditivo químico de la planta, ya que aún no se contempla la venta de esta con fines alimentarios.

La Stevia Rebaudiana Bertoni es una planta perenne con alto potencial edulcorante que proviene de Paraguay y Brasil. En estos países ya se usaba en la Edad Antigua para endulzar el té o para tratar alguna dolencia.

El primer encuentro entre la Europa occidental y la stevia sucedió allá por el siglo XVI en la época del colonialismo español en América. Los colonos, asombrados, enviaron un informe a España en el que comentaban que los indígenas de Paraguay usaban esta planta con alta capacidad de edulcorar.

Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX que aumentó el interés por esta planta en Europa, por lo que se comenzó a investigar su uso también en Brasil. Asimismo, en 1899, el biólogo botánico Moisés Bertoni elaboró el primer informe sobre la planta.

Fue en 1900, de la mano del químico Ovidio Rebaudi, cuando se elaboró el primer informe químico de esta planta, revelando que su potencial edulcorante era hasta 300 o 400 veces superior al azúcar pero, al contrario que esta, no generaba efectos indeseados en nuestro organismo.

Una “joven” promesa con una vida difícil


El comercio de la stevia no lo está teniendo fácil, algo que resulta inquietante si tenemos en cuenta que no solo es un edulcorante de alta potencia sino que, al parecer,es la alternativa saludable tanto a la sacarosa como a otros edulcorantes sintéticos.

Además de estas propiedades, la stevia tiene grandes valores y usos medicinalesque podrían estar en disposición de revolucionar la industria farmacéutica y de desterrar algunos tratamientos que venimos considerando como tradicionales e indispensables.

Así, parece ser que su libre comercialización tiene en vilo no solo a las grandes empresas alimentarias, sino también a las farmacéuticas. Según sus apóstoles, parece ser que, como consecuencia de sus bondades, la stevia está sufriendo el boicot de los incrédulos pero, sobre todo y lo que es más preocupante, de los que creen en ella pero no les interesa su consumo.

El tema es que la stevia no ha superado ciertos escollos legislativos en la Unión Europea debido a la presencia de algunos compuestos con actividad farmacológica que, al parecer, pueden actuar como hipotensores.

Además de esto, también hay sospechas de que su uso continuado pueda provocaresterilidad ya que, según dicen, los mismos guaraníes lo usaban como anticonceptivo.

De todos modos, tal y como siempre sucede, no hay nada que sea blanco o negro en su totalidad, por lo que la disputa por la autorización y comercialización de la planta se ha convertido en una lucha de intereses.

No obstante, aunque la legislación vigente en el continente europeo no permite comercializar la stevia como alimento, sí que se puede vender como planta ornamental.


¿Un tesoro para la salud o un peligro para la sanidad?

Los guaraníes que habitan en Paraguay la conocen como “kaa hee” (hierba dulce) y la suelen utilizar para endulzar el mate. Asimismo, también se consume la stevia como té medicinal y como tratamiento natural contra la obesidad, la hipertensión, el ardor de estómago, la reducción del nivel de ácido úrico e, incluso, como tónico cardíaco.


Esta maravilla es una fuente de proteínas, fibra, hierro, fósforo, calcio, potasio, zinc, vitaminas A y C. Además, su consumo no aporta calorías ni grasas saturadas ni azúcares ni colesterol ni carbohidratos.

Además de ser un manjar potencial para los golosos, también ayudaría a sobrellevar enfermedades como la diabetes, pues gracias a ella conseguiríamos, por ejemplo, que productos tan prohibitivos como los refrescos fuesen totalmente aptos para los diabéticos o los obesos.

Asimismo, hay voces que afirman que ayudaría a regular la insulina de manera natural, lo cual hace pensar que las insulinas transgénicas y otros tratamientos podrían tener los días contados si se concreta y avanza en esta cuestión.


Sin embargo, dadas las interacciones farmacológicas de esta planta y sus efectos hipotensores, su consumo está desaconsejado para ciertos tipos de pacientes (y ojo, aconsejado para hipertensos).

Por eso, en el caso de Europa y bajo sus directrices, de llegar a comercializarse, tendría que hacerse solo por prescripción médica.


Desde esta visión se entiende que se tenga que regular su uso. No obstante, si nos paramos a pensar, hay cientos de alimentos que consumimos de manera diaria que en caso de hipotensión están desaconsejados pero no prohibidos.

Sin embargo, al no ser la stevia un producto originario del viejo continente, tiene que superar estos rigurosos controles. Por lo tanto, tanto su futuro como sus bondades puede que estén en manos de mentes que tengan otras intenciones y otras ideas para que su uso que no sea el consumo habitual en la población.

Así, parece ser que se están vetando parte de las posibilidades que nos ofrece esta planta, más que nada porque sus posibles contraindicaciones pueden ser salvables, siempre y cuando haya una regularización adecuada.

Sin embargo, el veto hacia su consumo es casi absoluto…

En este caso, la legislación, prohibición y autorización del uso medicinal y del alimentario van de la mano, lo que nos lleva a preguntarnos qué sucede en ese campo, qué interrelación tienen, por qué y cómo…

Su uso alimenticio no se libra de controversia

Si bien hay gobiernos de diferentes países (y continentes) que actúan en contra de su comercialización libre, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), a través del comité de expertos de la JECFA, han incluido los aditivos derivados de la stevia en la lista de alimentos aditivos no genotóxicos.

Estos organismos han determinado un consumo máximo de 4 mg/kg de peso corporal por día, expresado en steviol, aunque concluyeron que dicha cifra es altamente prudente y, por lo tanto, una persona nunca llegaría a consumir más de lo permisible en un día.


Así, hay países americanos en los que puede comercializarse la planta de todas las maneras y sin restricción, lo cual, por ejemplo, es una utopía a día de hoy en el continente europeo por todo lo que hemos comentado.

En este caso, la apuesta por la stevia y el gran revuelo mediático que ha supuesto esta en los últimos años parece tener como claros vencedores a ciertos grupos y compañías alimentarias, las cuales extraen de la planta el glucósido de steviol (rebaudósido A o E-960), que es un componente químico que sí está plenamente autorizado para el consumo humano.


Para los detractores de esta extracción, el hecho de que solo se patente para uso alimenticio este componente modificado y extraído a partir de proceso químicos tiene una lectura muy clara: que las farmacéuticas puedan seguir rentabilizando sus insulinas transgénicas y otros medicamentos.

Esto, a su vez, nos hace sospechar de los intereses que pueden converger entre las grandes empresas alimentarias y farmacéuticas. La cuestión es que no se sabe si la no autorización viene derivada del miedo a pérdidas económicas por parte de los poderosos o no, lo cual genera una gran duda en el consumidor.

Asimismo, cabe resaltar que cuando compramos edulcorante stevia, en realidad estamos comprando uno de sus extractos. De este modo, no se trata de la planta en sí, sino de un compuesto químico concreto, una fracción muy pequeña que, a su vez, se mezcla con otros ingredientes bajo el nombre de stevia.

Al menos sabemos que el E-960 sí que ha sido estudiado como aditivo, ha pasado controles sanitarios exhaustivos y, por lo tanto, se han establecido dosis diarias recomendadas.

Así que, al parecer, también nos “engañan” con las etiquetas, a través de las cuales nos venden productos por mera estrategia naturalista. Por eso, aunque creamos estar comprando una planta según la publicidad y el embalaje, solo estamos consumiendo un compuesto químico presente en la stevia.


En este caso, llamarlo stevia en vez de E-960 en la etiqueta es una licencia publicitaria que no debería permitirse.


¿Con qué idea debemos quedarnos?

¿Es buena o no es buena para la salud? Aún no tenemos esa respuesta o, al menos, hay respuestas contradictorias. Mientras los organismos adecuados no den el sí o el no rotundo a esta materia, no podemos sostener de manera férrea ninguna postura.


No obstante, basta con mirar con ojo crítico la controversia que suscita la planta para sospechar de los posibles intereses económicos y políticos que hay tras ella y sus efectos.

Por eso, dado que hay decenas de organismos mundiales, continentales y gubernamentales, el consumidor ya no sabe a qué atenerse a la hora de fiarse de que los productos a los que se les permite el acceso cumplan con todas las garantías y, por el contrario, que los que resultan ser prohibidos no lo hagan.

Este entramado nos hace desconfiar y sospechar, pues según a qué país o continente pertenezcamos, parece que unos productos tienen unos efectos u otros. Esto, por supuesto, resulta ridículo dicho, por lo que no es de extrañar que la realidad que vivimos nos genere dudas.


Así que, teniendo todo esto en cuenta, juzguen ustedes mismos y, sobre todo, observen de cerca sus etiquetas. No siempre es oro todo lo que reluce.

Fuentes consultadas: Global Stevia Institute, bbc.com, jmmulet.naukas.com,Informe 2005 FAO y OMS sobre la Stevia, Informe 2010 OMS y FAO sobre la Stevia, elmundo.es, joseppamies.wordpress.com,ditemilsulfuro.es, lacomunidad.elpais.com, Revista chilena de nutrición,elespectador.com, Journal of Ethnopharmacology, Canadian Journal of Plant Science
Fuente: http://mejorconsalud.com/stevia-el-edulcorante-de-los-diabeticos/