La cuestión es que, debido a su localización, es muy frecuente confundirlos con los síntomas propios del dolor abdominal pero, ¿qué provoca este supuesto dolor de ombligo? Lo cierto es que pueden ser muchas las causas, desde algo tan simple como unos gases o algo más serio como una alergia alimentaria.
A continuación te detallamos algunas de las más frecuentes, quizás entre ellas se encuentre ese problema que tanto está afectando a tu salud y a tu día a día:
1) Apendicitis: esta enfermedad se produce por una obstrucción de la luz del apéndice, situado junto a la parte inicial del intestino grueso. Suele aparecer por la presencia de restos de formaciones fecales, párasitos, cuerpos extraños o tumores, entre otras causas. Uno de sus síntomas principales es el dolor abdominal, que en este caso suele durar de forma persistente aproximadamente cuatro horas y se siente desde la boca del estómago hasta la parte inferior derecha del abdomen.
2) Bloqueo u obstrucción del intestino: este problema digestivo suele estar causado por una causa mecánica o por qué algo está haciendo que el intestino funcione mal. Además de dolor abdominal, suele estar acompañado de otros síntomas como hinchazón abdominal, mal aliento, gases, vómitos, estreñimiento y diarrea.
3) Colecistitis: se trata de una hinchazón e irritación de la vesícula biliar que, al igual que las anteriores, provoca dolor abdominal intenso. Este dolor se suele localizar en la parte superior dereche o media del abdomen y, por norma general, dura al menos media hora. También puede provocar heces de color similar al de la arcilla, fiebre, nauseas y vómitos, así como coloración amarillenta en la piel y los ojos.
4) Estreñimiento crónico: por lo general, se conoce como estreñimiento a esa situación en la que las deposiciones se llevan a cabo menos de tres veces a la semana. Si está se vuelve demasiado frecuente y se alarga en el tiempo, puede provocar distensión y cólicos abdominales, además de sangrado rectal, heces pequeñas y semiformadas o episodios repentinos de diarrea.
5) Diverticulitis: esta aparece cuando las pequeñas bolsas del intestino conocidas como divertículos se inflaman o infectan. Aunque a veces no provocan ningún síntoma, puede producir distensión y cólicos en la parte baja del abdomen.
Imagen vía erickmoreno/Flickr
6) Alergia alimenticia: es una reacción producida por el contacto, la ingestión o la inhalación de las proteínas de algunos alimentos. Los más frecuentes son la leche de vaca, el huevo, los pescados, los frutos secos, el marisco o los cereales. Las reacciones pueden ser muy diferentes en cuanto a tipo y gravedad pero, entre ellas, se encuentra el dolor abdominal.
7) Síndrome del intestino irritable: conocido también como colon irritable, provoca fuertes dolores abdominales y cólicos además de cambios en las deposiciones y otros síntomas y, aunque su causa no es clara, se cree que puede estar causado por infecciones intestinales o estrés, principalmente.
8) Piedras en el riñón: muchos dicen que, después del parto, es el peor dolor que se puede sentir. Aparece cuando se forma una pieza sólida con sustancias presentes en la orina y, además de en el abdomen, puede provocar molestias en la espalda o el costado.
9) Intolerancia a la lactosa: se trata de la incapacidad que tiene una persona para digerir el azúcar natural de la leche, la lactosa, ya que el intestino no produce una enzima necesaria para el proceso, la lactasa. Además de dolor intestinal, puede provocar gases, nausas, vómitos y diarreas que suelen presentarse entre media hora y tres horas después de la ingesta de alimentos con lactosa.
10) Celiaquía: se trata de una intolerancia permanente a las proteínas del gluten que causa una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado superior, favoreciendo así una malabsorción de nutrientes. El dolor abdominal es uno de los síntomas más frecuentes y suele aparecer tras la ingesta de alimentos con gluten.
Por supuesto, estos solo son algunos ejemplos. La causa de tu dolor abdominal puede ser otra y por eso es importante que, ante un dolor demasiado frecuente o persistente, consultes con tu médico para un correcto diagnóstico y tratamiento.
Fuentes: facilisimo.com y medlineplus