miércoles, 8 de julio de 2015

¿Cuándo deben preocuparnos nuestros olvidos?


¿Te preocupan tus olvidos?. No solo dejaste las llaves de casa metidas en la cerradura de la puerta, sino que además fue en la parte de afuera. No recuerdas si al salir apagaste la hornilla en la cocina. 

Tienes la respuesta a una pregunta en la punta de la lengua, pero no te llega la palabra que estás buscando.

Parte de vivir verde es vivir saludablemente y una parte que debemos cuidar mucho es nuestro cerebro.

Todos hemos pasado por un episodio similar. Y en ocasiones, muchos se preguntan si este tipo de eventos son normales o si reflejan algún problema con el funcionamiento de la memoria.

Un informe realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos -“Mejorando la memoria y entendiendo la pérdida de recuerdos relacionados con la edad“- indica que, con el paso del tiempo, el cerebro cambia y una de las consecuencias es que le cuesta recordar algunas cosas.

También se dificulta la realización de varias actividades al mismo tiempo, mantener la concentración y es mucho más fácil distraerse.

Pero esto no tiene que ser un indicativo de que en el futuro puedan desarrollarse enfermedades neurológicas, como la demencia.

Y es que es prácticamente imposible tener una memoria impecable, al margen de la edad que se tenga.

Olvidos normales

Daniel Schater, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, y autor del libro “Los siete pecados de la memoria”, se refiere a las imprecisiones normales que podemos experimentar con respecto a nuestros recuerdos.

Probablemente no te resultarán desconocidas.

1.- Transitoriedad. Es la tendencia olvidar hechos con el transcurso del tiempo. Es probable que poco después de aprender algo, no se recuerde.

Esto ocurre porque la memoria tiene fresca la información que se usa habitualmente. La que no, se descarta.

Para los especialistas, sin embargo, esto no es algo malo. Es un proceso que permite “limpiar” el cerebro y “abrir” espacio para almacenar información útil y nueva.

2.- Despiste. Pasa cuando no se le presta mucha atención a lo que se está haciendo y a lo que se quiere recordar posteriormente.

Un ejemplo clásico de este caso es dónde dejaste las llaves. Si cuando las soltaste estabas pensando en otra cosa o sencillamente distraído, el cerebro no logra guardar esa información de manera segura.

Olvidar cosas que tenías que hacer en un momento específico, como ir a una cita médica, también entra en este grupo.

3.- Bloquear. Te sabes la respuesta a la pregunta que te hicieron y la tienes en la punta de la lengua, ¡pero no te sale! Se trata de la imposibilidad temporal de recuperar un recuerdo.

Esto no pasa porque no se estaba prestando suficiente atención o porque esa información se “borró”. Es todo lo contrario, ocurre cuando ese recuerdo está muy bien almacenado en el cerebro, pero algo muy similar impide encontrarlo.

Un típico ejemplo es llamar a tu hijo mayor con el nombre del menor.

4.- Atribución equivocada. Se refiere al recuerdo correcto, en parte, de algún evento. La mayoría de las circunstancias que lo rodean se corresponden con la realidad, pero algún detalle, como el lugar en el que ocurrió o el momento, no.

5.- Sugestión. Es un punto vulnerable de la memoria que se relaciona con el poder de sugestión que otros pueden ejercer. Son datos de los que la persona se entera después de que ocurrió un incidente.

Para ilustrarlo, imagina el caso de una persona que presencia un robo. No ve al ladrón, pero si a un auto alejándose del lugar a toda velocidad. Alguien afirma que era alto y de cabello oscuro.

Cuando posteriormente le preguntan a la persona detalles acerca de lo ocurrido, no recuerda con mucha claridad hasta el momento en el que le muestran una foto en la que se ve una persona alta y de cabello oscuro.

6.- Prejuicio. El funcionamiento del cerebro implica que las percepciones del individuo están filtradas por los sesgos personales, que incluyen experiencias, creencias, conocimiento previo e incluso el estado de ánimo en el que la persona se encuentra en ese instante.

7.- Persistencia. La mayoría de las personas se preocupa por el olvido de cosas, pero en algunos casos, lo que ocurre es lo contrario: las personas están atormentadas por episodios que desearían olvidar, pero no pueden.

Eventos traumáticos, sentimientos negativos y miedos constantes son otra forma de pérdida de memoria.

Algunos recuerdos se corresponden fielmente con una realidad terrible -como una violación o la participación en un conflicto bélico- pero otros pueden ser distorsiones negativas de la realidad.

Recomendaciones para mejorar la memoria

El estudio realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, ofrece medidas concretas y sencillas que pueden ponerse en práctica para optimizar el funcionamiento del cerebro en lo que respecta a los recuerdos.

Ejercítate. La actividad física ayuda de múltiples formas. Una es que retrasa el proceso de achicamiento del cerebro que se produce con el paso de los años.

Otra es que puede incrementar el tamaño del hipocampo, una estructura del cerebro muy importante para la memoria. Con el paso del tiempo, el cerebro va cambiando y tiene más dificultades para recordar.

También es bueno porque ayuda a otras partes del cuerpo a funcionar bien, como por ejemplo a mantener un sistema cardiovascular saludable, lo que garantiza un flujo de sangre oxigenada al cerebro.

Sigue aprendiendo. Es importante continuar estimulando a tu cerebro. Hay estudios que demuestran que quienes estudian por un período de tiempo más prolongado, preservan sus funciones mentales y tienen menos posibilidades de desarrollar demencia en el futuro.

Mantente activo socialmente. Los beneficios de interactuar con otras personas en vez de preferir el aislamiento son varios.

Conversar no solo expone al individuo a nueva información, también hace que enmarque sus pensamientos de una forma diferente.

Igualmente, permite recibir apoyo en situaciones particularmente difíciles, disminuyendo los efectos negativos que el estrés ocasiona en el cerebro.

Duerme bien. Quienes no descansan suficiente en las noches, suelen ser más olvidadizos, debido a que una buena noche de sueño es fundamental para consolidar los recuerdos.

Al dormir también se disminuyen los niveles de las hormonas relacionadas con el estrés que impactan negativamente en la memoria.

Medita. Esto mejora la habilidad de la persona para concentrarse, optimizando la capacidad de prestar atención, lo que es fundamental para la adquisición de recuerdos.

Adicionalmente, reduce el estrés y aumenta las posibilidades de dormir mejor.

Lleva un estilo de vida saludable. No utilices drogas recreacionales, limita el consumo de alcohol, controla tu peso y dale preferencia a una alimentación saludable y balanceada como la mediterránea, que incluye granos, frutas, vegetales y grasas sanas para el organismo.

Fuente: http://www.elciudadano.cl/2015/07/08/185710/cuando-deben-preocuparnos-nuestros-olvidos/